El pasado 03 de octubre, la ministra de Igualdad, Seguridad Social y Migraciones, manifestaba que tenía la intención de modificar las bajas laborales por incapacidad para que las personas enfermas se pudiesen incorporar progresiva y voluntariamente a sus puestos de trabajo.
Es decir, que para Elma Saiz, quienes estén de baja puedan ir a trabajar a ratos. Por si no fuera suficientemente claro el anuncio, que en sí pone los pelos de punta, se lanzó con un espeluznante ejemplo: una mujer con cáncer de mama podría ir a trabajar entre sesión y sesión de quimioterapia.
Ya es por sí muestra de la catadura moral de la ministra, al poner sobre todas las enfermas de esta dolencia tan traumática física y sicológicamente la espada de Damocles de tener que ir a trabajar en vez de dedicar sus esfuerzos a recuperarse. Quien esto hace no merece ni el mínimo respeto a sus ideas ni planteamientos, en correspondencia lógica a la falta de empatía y consideración que muestra en sus declaraciones.
¿Y qué decir sobre la “voluntariedad” con la que plantea la cuestión?. Hablar de voluntariedad en el caso de los trabajadores enfermos es una burla a todo el conjunto de la clase obrera. Cualquiera que viva en este mundo sabe las presiones a las que están sometidos los trabajadores de baja, tanto por las mutuas -verdaderos agentes coercitivos de las empresas- como por las empresas mismas. De ahora en adelante, de aprobarse esta reforma, ¿quién es el guapo -o guapa- que se enfrenta a las coacciones de su jefe que llama no solo para interesarse por su estado de salud sino que le preguntará ¿No estás para venir un par de horas? ¿O puedes la semana que viene que tenemos tal o cuál cuestión? Sería de pensar que la ministra vive en Los mundos de Yupi, si no fuera porque Elma se ha dedicado algún tiempo al asesoramiento jurídico de empresas, con las que parece haber desarrollado una especial afinidad.
Es que el tema parece una ocurrencia de alguien que no ha tenido que sufrir el sometimiento que supone depender de un salario. No es de extrañar porque, la actual ministra, además del asesoramiento empresarial, ha tenido una vida activa provechosa de cargo en cargo, es decir, que no ha abandonado el despacho oficial salvo el tiempo necesario para mudarse a otro despacho. Así, desde el 2003 ha sido diputada del Parlamento de Navarra, delegada del gobierno en Navarra, Consejera de Economía y Hacienda del Gobierno de Navarra, concejala del Ayuntamiento de Pamplona, cargo que dejó a los pocos meses -tras jurar amor sempiterno por los pamploneses- cuando perdió las elecciones y no salió elegida alcaldesa- para ocupar su actual puesto de ministra. Lleva pues, más de veinte años de cargos políticos, muchos de ellos de carácter “digital”. Así ya se puede una despegar de las penurias de la clase trabajadora y hacer propuestas como la que provocan estas líneas. Aunque, ya se sabe, siempre hay gente dispuesta a “servir los intereses del pueblo”.
Lo que Elma no nos ha contado es la verdad del motivo de la propuesta. Y, como era de esperar, es el dinero y la necesidad de recortar en las prestaciones ocasionadas por la incapacidad temporal. El caso es que esta necesidad de recorte viene dada por una miope visión de la realidad. Elma y sus acólitos no se quieren enterar de que el aumento del pago de prestaciones viene dado por el incremento de la afiliación a la Seguridad Social y el efecto Perogrullo: si hay más personas trabajando, hay más bajas. También se debe a los recortes permanentes en los medios de la Seguridad Social, de la que es ministra, y que provocan que las bajas sean ahora mucho más largas porque hay una saturación que incide directamente en el aumento de las listas de espera para cualquier prueba diagnóstica y, claro, cuanto más tardan estas, más se demoran las recuperaciones y más largas son las bajas médicas con los correspondientes gastos.
Habrá quienes, de forma inconsciente o poco meditada, simpatizarán con lo propuesto por Elma. A ellos hemos de recordarle, que la Incapacidad Temporal se llama así precisamente porque la enfermedad que la genera incapacita temporalmente para trabajar. ¿Mediante qué subterfugio se podrá argumentar que una persona incapacitada para trabajar pueda hacer justo aquello para lo que se le incapacita? ¿Serán bajas con horario? ¿Se desactiva la baja de diez a doce? A veces, hay que llevar las cuestiones al absurdo para reconocer lo disparatado de la medida. Por otro lado, no hay que confundir lo que la ministra propone con aquellas personas que tienen una dolencia que no les impide realizar con normalidad su trabajo. Pues entonces está claro, si puede hacer su trabajo, el médico valorará que no necesita estar en situación de incapacidad temporal. Porque, no lo olvidemos, son los médicos los que toman la resolución de conceder, o no, estas situaciones.
La salud de las trabajadoras y trabajadores debe ser algo prioritario para un sistema coherente de Seguridad Social y la simple insinuación de la posibilidad de flexibilizar las bajas laborales tiene como justificación no declarada la presión de las empresas sobre el tema. El aumento de las bajas por cuestiones relacionadas con la salud mental, por ejemplo, y la obsesión del empresariado por este tipo de bajas, de larga duración en la mayoría de los casos, es seguro que está detrás de esta cuestión. Pero la solución no está en hacer ir a trabajar a personas con enfermedades de este tipo, enfermedades cuyo origen está, en gran parte, en el propio trabajo. El camino está en la profundización de los sistemas de prevención de riesgos -que adolecen de la debida atención a los ambientes tóxicos laborales- y en la atención a los pacientes -que se limita a esperar su curación sin el debido acompañamiento, casi siempre en soledad-, no en la de reincorporar aunque sea parcialmente a las personas enfermas al ambiente causante de su mal. Se dirá que es voluntario, pero ya hemos visto qué clase de voluntariedad hay en las relaciones laborales, dada la desigualdad que hay entre la empresa y el trabajador.
Otro aspecto que nos habrán de explicar: si vas a trabajar voluntariamente ya que tu baja es elástica o flexible y resulta que recaes por culpa de la reincorporación al trabajo, ¿quién es el responsable de la recaída? ¿Tú, por haber tomado la decisión de ir a trabajar? ¿El médico, por haberte concedido una baja de este cariz? Esto es importante, dada la cierta probabilidad de que se planteen controversias, que habrán de resolver los tribunales, sobre responsabilidad de los trabajadores o sobre negligencias médicas en cuanto empiece a haber agravamientos de la salud por la utilización de tan novedoso mecanismo de recuperación de la salud.
También es importante meditar sobre una cuestión colateral, pero que se verá influida en toda esta historia. Se trata de los complementos salariales que las empresas, obligadas por los convenios colectivos, vienen abonando a los enfermos para suplementar las prestaciones económicas que se perciben estando en situación de incapacidad temporal. En el caso de quienes lo tuviesen reconocido -imaginemos, hasta el 100%- cobrarían exactamente igual por estar de baja “normal” -llamémosla así- como por estar trabajando voluntariamente en situación de baja flexible. Esta situación provocará, inevitablemente, la intención de las patronales de renegociar estas cláusulas mejoradas del Convenio, ya que su eliminación provocaría inmediatamente la coacción hacia el enfermo para que fuese a trabajar, porque tendría la ocasión de aumentar sus ingresos en nómina. El trabajador, que ni es médico ni cosa parecida, se vería impulsado a ir a trabajar con el señuelo de cobrar, de vez en cuando, durante unos días o unas horas, la nómina completa, imprescindible para el sostén personal y familiar.
Esta propuesta, que parece estar más avanzada de lo que podría parecer, es un nuevo ataque a la clase trabajadora y al propio concepto de sanidad pública. Poco podemos esperar de los socios del gobierno, que, como siempre, es de inferir que preferirán seguir en la borriqueta que arriesgarse a perder su cuota de poder. Pero si se opusieran, no lo olvidemos, la gran idea ha tenido una buena acogida por la patronal, así que no sería inimaginable la votación a favor de algunos partidos derechistas por simple alineamiento de intereses. La respuesta de CCOO-UGT ha sido tibia, como siempre, y estarán aguardando a ver que migajas dejan caer de la mesa de negociación los poderosos para decidir cuándo y cómo consumar una nueva traición. En lugar de estar ya amenazando con una Huelga General, lo mínimo ante un ataque de tal brutalidad, están preparándose para una nueva negociación, a ver qué cae.
Por nuestra parte, no estaría de más irnos preparando para esta convocatoria. Con otros sindicatos, la podríamos sacar adelante. Y una cuestión importante, hay que empezar a convencer a la clase trabajadora de que la lucha puede costar no una, sino varios días de huelga o varias jornadas de un día de paro total. Romper con las liturgias del sindicalismo vendido es imprescindible. Y esta es una magnífica ocasión para intentarlo. Y conseguirlo.
Autor: Germinal Cerván (Sindicalismo ORG)