Francisco, el papa fascista

Vaticano Francisco Papa Bergoglio Argentina
Jorge Bergoglio (1936 / 2025) fue un sacerdote fascista argentino muy acomodaticio con “la autoridad”, que recibió los hábitos jesuitas a los 35 años y que militó en la “Guardia de Hierro” de la derecha Peronista hasta el golpe militar argentino de 1976; un golpe cruento y devastador que dejó 30.000 desaparecidos y casi 200 niños que fueron quitados a sus padres torturados, asesinados y hechos desaparecer; 200 niños que fueron entregados en adopción a familias militares con otro nombre y apellido, con otra vida.

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Jorge Bergoglio entregó una condecoración al Almirante Massera (posterior miembro de la junta militar argentina de 1976, juzgado y condenado por tribunales argentinos con la pena de genocida) como “Doctor Honoris Causa” de la “Universidad del Salvador” en 1973. Los permanentes vínculos de Bergoglio y la ultraderecha argentina no llegaron hasta ahí.
Ayudó a que los servicios de “inteligencia” argentinos (como la Alianza Anticomunista Argentina -AAA- entre otras) tomaran presos y desaparecieran a dos sacerdotes jesuitas, sus nombres: Orlando Yorio, Francisco Jalics, ¿Sus crímenes? Ayudar a la población de las “Villas del Bajo Flores” durante la represión. Bergoglio los expulsó de la “Compañía de Jesús” y a los días, los sacerdotes desaparecieron en las manos parapoliciales. Citamos de una causa donde declaró Bergoglio el 2010:
“Algunos secuestrados vieron sotanas en la ESMA. Otros llegaron a presenciar una misa o les ofrecieron confesarse. Obispos, monseñores, en el centro del horror, fueron algunas de las imágenes que nos trajeron los sobrevivientes. Incluso se les adjudica la idea de los ’vuelos de la muerte’ [*arrojar los cuerpos agonizantes o ya asesinados desde helicópteros militares al Río de La Plata o al mar], por ser una “forma cristiana de morir”.
No contento con eso, Bergoglio participó en visitas a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en aquella fecha convertida en campo de concentración y exterminio. Allí, ayudó a los genocidas a encubrir sus crímenes tanto hacia los detenidos como a sus hijos.
De esta época, se recuerda el caso de Elena de la Cuadra, asesinada y desaparecida en 1977, a quien le quitaron a su hija Ana Libertad y se la entregaron a una familia de militares; con el correr de los años y la posterior búsqueda de las madres de plaza de mayo, se logró ubicar su paradero, convirtiéndose en el caso N°115 de “nietos recuperados”. Al ser interrogado por la “justicia” por su asociación con todos estos sucesos, Bergoglio repitió los lugares comunes de los involucrados en los crímenes contra la humanidad: “no se nada”, “no lo recuerdo”, “no estuve presente”, “me enteré hace pocos años de la real existencia de los desaparecidos”, “no alteré los documentos de la época para encubrir los crímenes”, “no tengo ninguna relación con las desapariciones”. Se le dejó en paz dada “su presunta inocencia” y tres años después -para ser más precisos el 13 de Enero del 2013- se convertiría en el “primer latinoamericano elegido sumo pontífice”, “el salvador de los pobres e indefensos”, “el papa del pueblo”, etc.
América Latina volvió su cara a la iglesia católica y esta le sonrió expectante. Ninguno de esos fieles sospechó que todo era parte de un libreto mal escrito por algún burócrata yanqui, quienes controlan internamente al Estado Vaticano (al igual que controlan al resto del mundo “occidental”). Inmediatamente, desaparecieron de los archivos los “datos sucios” de Bergoglio, los cuales reflotaron por los diversos testimonios de las víctimas, entrevistadas por prensa izquierdista argentina.
El desarrollo del control social sobre la región latinoamericana se profundizó luego de esta elección como sumo pontífice de la IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA Y ROMANA. El totalitarismo empresarial dedujo burdamente que “poniendo a un Papa latinoamericano se mejoraría la credibilidad” del negocio y Bergoglio eligió el nombre de FRANCISCO (un supuesto santo, inspirado por una supuesta humanidad hacia los demás seres vivos, algo al parecer extraño en su credo religioso) para darle una mayor profundidad teológica a su pontificado. Veamos como le fue:
A horas de asumir, miles de casos de pedofilia (abuso sexual de menores) estallaron en la truculenta sonrisa postiza de Bergoglio y el, como continuador de la Doctrina de su antecesor Benedicto XVI, trató de encubrir los crímenes sexuales de la Iglesia católica, logrando un profundo repudio en diversos lugares del mundo.
Una vez más, la región chilena logró “doblarle la mano al crimen organizado” cuando el mismo Papa Francisco fue increpado por familiares de víctimas de abuso sexual en su visita a la región durante el verano del 2018. Furibundo respondió que “esas eran mentiras de los zurdos” y que “no habían pruebas de tamaña acusación”, lo cual provocó un masivo abandono de los fieles a las diversas “visitas” de la santidad a cárceles de mujeres, comisarías, regimientos, latifundios, etc. Lugares “muy cristianos” y “religiosos”, característicos de este tipo de psicopatía celestial. El Papa tuvo que devolverse al Vaticano con las alas de ángel entre las piernas. Debió hacer un MEA CULPA en las pantallas del mundo para poder rescatar al “negocio celestial” de la quiebra. Lo logró apenas.
Pronto debió referirse a otras cuestiones propias de la religión (como el matrimonio gay entre otros), siendo obligado por los dueños capitalistas a “conceder algunas cosas para que no se acabe el negocio”. Concedió algunas, rechazó otras, golpeó a algunas personas orientales (fue algo frecuente ver imágenes de el palmeteando a mujeres orientales en las manos) habló sobre la guerra en Ucrania, habló de la paz en el mundo, se enfermó y se murió.

Daniel DiNegri (Radio Acción Directa)

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